UNA NUEVA ERA CON EL REGRESO DE TRUMP: visiones de Gustav Ferrari Wolfenson

Existe una percepción compartida de que a partir de hoy 20 de enero de 2025 el mundo ingresará en una nueva fase, mucho más turbulenta, con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. Todo el establishment local asume que no se tratará de una mera continuación de su primer mandato, sino de una versión mucho más auténtica y radicalizada, forjada en sus años fuera del poder y a partir de un mandato popular muy nítido.

Hay al menos cuatro factores que abonan esta impresión generalizada. En primer lugar, esta vez Trump asumirá con una cuota de poder de la que no gozó en el período 2017-2021, no sólo porque tendrá mayoría en ambas cámaras legislativas, sino porque su nivel de dependencia del Partido Republicano es infinitamente menor. Llega sin deberle nada a nadie y sin perspectivas de reelección, lo cual lo dispone a jugar plenos en cada apuesta. En su entorno lo ven desesperado por salir a la cancha y demostrar lo voraz que puede ser.

Como consecuencia, el segundo aspecto importante es que en su nuevo mandato estará rodeado de leales, no de técnicos. Se encargó de reclutar a quienes podría disciplinar para ejercer una presidencia unipersonal sin resistencias.

El tercer factor reside en que el mundo que lo recibe ahora es mucho más complejo que el de hace ocho años, con múltiples conflictos de calado profundo (Ucrania, Gaza, Siria) y donde los liderazgos que se fortalecen son los más autoritarios (Xi Jinping, Vladimir Putin, Recip Erdogan), mientras se debilitan los consensualistas (Emmanuel Macron, Olaf Scholz). Ya no hay una Angela Merkel para equilibrar, y los multilateralistas sufren una devaluación interminable. Es una época para líderes carnívoros. La propuesta de resolución de conflictos del nuevo presidente se basa en embestir sin medir costos. Lo intuyó Benjamin Netanyahu, quien tras meses de dilaciones cerró un acuerdo con Hamas.

Y el cuarto aspecto es la claridad del mandato que recibe Trump y la velocidad a la que se dispone a actuar. Sus dos obsesiones son la guerra comercial, porque entiende que Estados Unidos es demasiado permisivo con su déficit de balanza, y la cuestión migratoria, muy vinculada a los controles limítrofes y el narcotráfico, en particular por el exponencial crecimiento del negocio de fentanilo.

Todos esperan que en la primera semana concrete una importante suba de los aranceles externos, que afectarán especialmente a China, pero que además mantenga un ritmo elevado de inflación, que fuerce a frenar la baja de tasas, que fortalezca al dólar y que retraiga los flujos financieros de los mercados emergentes.

Al mismo tiempo aguardan que adopte duras medidas de control fronterizo y posibles deportaciones, lo cual derivará en fuertes tensiones con México. Va a buscar sacudir el árbol desde el primer minuto, no tan gradualmente como en su gestión anterior.

Hay dos interpretaciones del modelo de acción de Trump. Algunos, y entre las cuales adhiero, piensan que en realidad se trata de una estrategia de negociación: golpear para sentarse a dialogar desde una posición de fuerza. Trump se puede definir en una sola palabra: ´Deal´ (trato).

Sin embargo, hay otros analistas que invitan a ser más cautos y a no medir al Trump 2.0 con la vara del pasado. Son quienes piensan que esta vez está mucho más dispuesto a llevar adelante sus convicciones, lo que provocaría fuertes tensiones con México, especialmente, y con altas probabilidades con China. Sin duda, la política arancelaria es el principal punto de Trump.

La doctrina Monroe revisited

En la conformación del nuevo equipo de Trump hay un dato inédito en la historia de Estados Unidos, que es la fuerte presencia de funcionarios de origen latino o de Florida en el manejo de la política exterior. El Departamento de Estado estará a cargo del exsenador Marco Rubio, el primer secretario de origen cubano, que será secundado por Christopher Landau, quien estudió en Paraguay y fue embajador en México en el primer mandato de Trump. A ellos se sumará Mike Waltz como asesor de Seguridad Nacional, un exmilitar que también viene de Florida, y el enviado especial para la región será Mauricio Claver-Carone, otro descendiente cubano de amplio recorrido en América latina.

Por esta razón, el editor de America Quarterly Brian Winter escribió recientemente en Foreign Affairs que el segundo mandato de Trump “parece destinado a focalizar mayor atención en América latina que cualquier otra administración norteamericana en quizás 30 años”, aunque seguramente no será una prioridad. El dilema reside en saber si esa atención estará anclada en la agenda negativa de la inmigración, el narcotráfico y el enfrentamiento con los regímenes autocráticos de Venezuela, Cuba y Nicaragua, o si Washington podrá articular una estrategia más propositiva. Por ejemplo, para no sólo manifestar disgusto por la influencia china en la región, sino también ofrecer alternativas.

En un artículo de esta semana del Wall Street Journal, los periodistas Michael Gordon y Viviana Salama analizaban un debate instalado en los círculos del poder de Washington respecto de cuál será el rol verdadero de Rubio, a partir de la decisión de Trump de nombrar una gran cantidad de “enviados especiales” para tratar los temas más calientes de la agenda exterior. Esto quedó en evidencia hace unos días, cuando el representante para Medio Oriente, Steve Witkoff, fue el responsable de negociar desde Qatar el intercambio de rehenes entre Israel y Hamas. Una tarea similar tendrán Keith Kellog sobre la guerra en Ucrania, Richard Grenell sobre Venezuela y Corea del Norte, y Massad Boulos para el mundo árabe. Son hombres de absoluta confianza de Trump, que le reportarán directamente a él y que reforzarán la idea de una política exterior bien personalista.

Por fuera de toda esta estructura se moverá Elon Musk, quien si bien será nombrado en el Departamento de Eficiencia del Gobierno (DOGE, por sus siglas en inglés) ya demostró que se moverá como un líbero en las relaciones internacionales, destinado a colisionar con la línea oficial del Departamento de Estado.

La pelota ya rueda el campo de juego Los actores se preparan. Y para Donald Trump como lo era para don Vito Corleone, nada es personal, todo es un ´deal´, una negociación o un business.