SER EL HERMANO MAYOR: ENTRE LA RESPONSABILIDAD Y LA INFANCIA PERDIDA
En el contexto familiar mexicano, el hermano mayor suele cargar con una serie de deberes que, aunque se normalizan culturalmente, representan una forma de adultez impuesta desde edades tempranas. Muchos primogénitos son obligados a convertirse en cuidadores sustitutos, asumiendo responsabilidades que deberían recaer en los adultos. Esta dinámica es especialmente común en familias con condiciones socioeconómicas limitadas, donde el rol de protector o guía se transforma en una obligación que anula la infancia.
A lo largo del tiempo, las estructuras familiares han cambiado. Si bien las generaciones anteriores convivían con numerosos hermanos, hoy predominan los hogares con pocos hijos. Sin embargo, la figura del hermano mayor continúa vigente como autoridad doméstica informal. Desde cuidar a los hermanos hasta replicar las reglas parentales, estos niños adquieren roles que moldean su personalidad, muchas veces sin que se les pregunte o prepare emocionalmente para ello.
La psicología ha estudiado este fenómeno desde hace décadas. Alfred Adler, por ejemplo, propuso la Teoría del Orden de Nacimiento, en la que afirmaba que los primogénitos tienden a desarrollar habilidades de liderazgo y apego a las normas. Pero estas aparentes virtudes también esconden consecuencias: niños que deben madurar de golpe, que sacrifican su propio desarrollo emocional y que terminan sintiendo que no vivieron una niñez plena. Algunos llegan incluso a distanciarse emocionalmente de sus familias en la adultez como una forma de reivindicar su autonomía.
Estudios como la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición revelan que cientos de miles de menores en México cuidan de otros niños. Esto se traduce en una "parentificación", término que describe cuando un niño toma el lugar de un adulto en el hogar. Aunque ciertas tareas pueden fomentar responsabilidad, el exceso de carga puede dejar secuelas emocionales profundas: ansiedad, inseguridad, y dificultad para relacionarse. La infancia no debe ser un periodo de sacrificio, y reconocer los riesgos de delegar funciones parentales a los hermanos mayores es el primer paso para construir entornos más sanos y equitativos.
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#BMnoticias | Psicólogos advierten que hacer del hermano mayor una figura paterna trae consecuencias emocionales, pese a que la práctica sigue normalizada en muchas familias.