Los Alebrijes: Un Viaje de Sueños y Creatividad en la Ciudad de México


El 19 de octubre, las calles principales de la Ciudad de México se llenaron de vida con un colorido desfile de alebrijes gigantes. Estas criaturas fantásticas, elaboradas en cartón, tienen su origen en un sueño del reconocido artesano mexicano Pedro Linares López. Durante un episodio de enfermedad, Pedro quedó inconsciente y, en su estado de trance, vio una serie de seres extraordinarios que lo inspiraron a crear estos icónicos personajes. Su nieto, Ricardo Linares, relata cómo el despertar de su abuelo fue el catalizador que lo llevó a plasmar en el cartón lo que había soñado, dándole vida a estas magníficas figuras.

Ricardo, quien forma parte de la tercera generación de artesanos de su familia, comparte que la salud de su abuelo se vio comprometida posiblemente por una herida mal tratada de la Guerra Cristera o por un episodio de catalepsia. En su relato, explica que en su sueño, Pedro se encontró en un bosque donde los elementos naturales tomaban forma de animales con características fantásticas. La palabra "alebrijes" fue creada por su abuelo en ese mismo sueño, donde las criaturas lo guiaron y le revelaron su nombre antes de que despertara.

El legado de Pedro Linares ha sido reconocido no solo a nivel nacional, sino también internacionalmente. Su obra ha sido presentada en exposiciones de renombre como el Rockefeller Center en Nueva York y el festival Lille 3000 en Francia. A través de los años, los alebrijes se han establecido como una de las más significativas expresiones de la cultura popular mexicana, catalogados como Patrimonio Cultural Intangible de la Ciudad de México por la Secretaría de Cultura.

La creatividad de los alebrijes ha inspirado a cineastas, incluyendo a Judith Bronowski y François Reichenbach, quienes exploraron el taller de Linares y adquirieron varias de sus obras. En la década de 1960, Miguel, el hijo de Pedro, comenzó a innovar en la forma, tamaño y colores de los alebrijes, transformando las pequeñas figuras de su padre en monumentales creaciones de hasta 5 metros de altura. Esta evolución en el arte del alebrije marcó un nuevo estándar en la cartonería, donde solo se requiere papel, engrudo y pintura para dar vida a estas criaturas.

Miguel describe el proceso de creación como “inexplicable”, ya que comienza sin un plan definido, dejando que su imaginación fluya libremente. La esencia del alebrije radica en la libertad creativa, donde cada figura es única y no hay límites en su creación. Desde su infancia, Miguel ha trabajado junto a su padre, aprendiendo a entender y apreciar el significado de cada pieza, que surgía de los sueños y pesadillas de su padre. Antes de los alebrijes, su taller producía otras figuras representativas de la cultura mexicana, como piñatas y calaveras, que eran populares entre artistas como Diego Rivera.

Desde 2007, el Museo de Arte Popular organiza anualmente un desfile y concurso de alebrijes monumentales, donde se busca preservar esta rica tradición mexicana. Este año, decenas de alebrijes participaron, y los mejores tres recibieron premios en efectivo. Las impresionantes obras permanecerán exhibidas en la Avenida Paseo de la Reforma hasta el 3 de noviembre, brindando a los visitantes una oportunidad única de admirar esta expresión vibrante del arte popular mexicano.